La trufa negra entera que encontrarás en el interior del tarro junto con su propio jugo puede emplearse al completo en gran variedad de recetas. Suele utilizarse para finalizar platos principales o aperitivos, en pastas y risottos, o en la elaboración de salsas gourmet. Otra de las posibilidades que ofrece el producto es la de incorporarlo a mantequillas, cremas a base de nata o simplemente al aceite de oliva virgen extra para preparar pasta trufada, por ejemplo. Los chefs italianos emplean este producto al cocinar variedades de pasta al huevo como los tagliolini, tradicionales de Molise y Piemonte.
Al igual que la trufa negra fresca, se puede incorporar a la receta rallada o laminada. Nuestra recomendación es laminar cuidadosamente con la ayuda de un cuchillo afilado, ya que su textura no es tan dura como en fresco. Expertos cocineros recomiendan no usar este producto calentándolo en exceso. Elevar su temperatura por encima de 60ºC aproximadamente hace que se empiece a perder parte de su complejidad aromática. Para utilizar este producto en platos calientes, recomendamos hacerlo al final de la receta, en el momento de emplatar. De este modo, los aromas se van evaporando y se aprecian mejor mientras se disfruta de la receta.
Los formatos del envase de vidrio son 18 o 25 g de peso escurrido (peso neto de 25 y 35 g respectivamente).
Condiciones de conservación: mantener en lugar fresco y seco, alejado de fuentes de luz y calor. Una vez abierto conservar a una temperatura entre 2 y 4ºC y consumir dentro de un periodo de 6 días.
Caducidad: 36 meses.
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